¿Qué es la hipomimia?
En una gran cantidad de casos, la enfermedad de Parkinson puede afectar la expresión facial y, por lo tanto, ser un impedimento para una comunicación eficaz con los demás. Las personas al hablar ponemos en juego gestos y ademanes que refuerzan la comunicación verbal. A esta escasa capacidad de transmitir emociones a través de los gestos la conocemos como hipomimia. En la actualidad, no se conocen con exactitud los mecanismos qué están implicados en su génesis. Normalmente, consideramos que la hipomimia, forma parte de la lentitud y menor amplitud de los movimientos implicados en la musculatura facial de los enfermos de Parkinson (bradicinesia e hipocinesia).
¿Qué produce la hipomimia?
La hipomimia afecta los músculos de la cara y se manifiesta por un aumento en la hendidura palpebral (ojos más abiertos), una disminución en la frecuencia de parpadeo, un borramiento en el pliegue nasolabial (la arruga localizada entre la nariz y comisura labial) y muchas veces la posición entreabierta de la boca (a veces asociada con babeo).
Está disminución en la expresión facial se pone de manifiesto, o está presente, tanto durante emociones positivas (alegría, calma) como negativas (tristeza, enojo, miedo), y se puede exacerbar si el paciente tiene una depresión asociada. Además, la hipomimia suele coexistir con una alteración en la deglución y el habla, de manera variable.
Aunque puede parecer un mal menor, es fuente de frustración para la persona con enfermedad de Parkinson que ve cómo se afectan sus relaciones sociales. El rostro es nuestra principal vía de comunicación extraverbal y existe un porcentaje significativo de lo que comunicamos lo hacemos por nuestra mímica, y si esta se deteriora, la comunicación con quienes nos rodean también se ve afectada.
Es importante señalar que esta alteración puede estar enmascarando una depresión, muy común en las personas con Párkinson, y debemos tenerlo en cuenta todos los profesionales implicados.
¿Qué opciones terapéuticas existen en el abordaje de la hipomimia?
Los neurologopedas cuentan con diversos enfoques destinados a paliar los síntomas que presentan los enfermos de Parkinson, entre los que se encuentra la hipomimia. En este caso, es fundamental aumentar la sensibilidad muscular actuando sobre la musculatura facial debido a la rigidez que suelen mostrar estos pacientes.
Los logopedas trabajan con estimulaciones táctiles (entre otros métodos) y con la ejecución de praxias orolinguofaciales para mejorar la movilidad oral (labios, lengua, paladar y maxilar) y optimizar la articulación y la deglución con técnicas específicas para ello.
Así mismo, realizan entrenamiento de gestos faciales para favorecer su expresión y potenciar sus relaciones sociales ya que, ellos suelen abandonarlas al ser conscientes de sus dificultades comunicativas.
Este tipo de intervenciones favorecen su autoestima y, palía, en gran medida los aspectos depresivos que conlleva esta enfermedad.
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